Camino. Dolor de tripa


Como norma general me gustan las películas y los libros en los que sabes el desenlace de la historia pero aún así el autor sabe engancharte (a todos nos gustan los finales felices).
No engaña el principio, ni desencanta la trama en la que se desarrolla el final (mezcla el dolor más visceral con la comedia ácida). Con elementos muy difíciles de tratar (Amor preadolescente, Opus Dei, familia, enfermedad...), sale airoso en casi todas las escenas aunque su duración exceda en algunos casos al mismísimo Mike Leigh.
Mezcla el surrealismo de los sueños, sin excederse (Johnie cogió su Fusil) ni esquematizar (La escafandra y la mariposa) y aporta una imaginería de bella factura que maneja con maestría.
En cuanto al calentón que provocó entre la comunidad religiosa tengo que reconocer que los argumentos de Feser sobre su intención de mostrar un caso en sí y no a la comunidad, se le nota un poquito de mala uva. En todo caso es una película que no deja indiferente, que está bien confeccionada y que aporta algo nuevo a la historia del cine español.

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